viernes, 7 de octubre de 2011

El BCE lidera una operación para blindar a Italia y España

FRÁNCFORT—El Banco Central

Europeo (BCE) indicó que

comprará bonos soberanos de

Italia y España a gran escala en

lo que constituye un salto cualitativo

en la batalla de dos años de

Europa para contener la crisis de

la deuda.

La intervención del BCE para

apuntalar a Italia y España representa

un hito en el esfuerzo

por combatir la crisis financiera.

Hasta ahora, el banco central había

insistido en que la principal

responsabilidad recaía sobre los

gobiernos nacionales y la decisión

de comprar bonos italianos

equivale a aceptar que los miembros

de la zona euro no pueden

o no quieren responder efectivamente.

Ello transforma al BCE en

el prestamista de última instancia

de la región. El cambio podría

cambiar la naturaleza de la unión

monetaria europea.

La entidad manifestó que “implementará

activamente” su programa

de compra de bonos, que

había pasado a un segundo plano

durante más de cuatro meses antes

de reanudar las adquisiciones

de bonos irlandeses y portugueses

la semana pasada.

El comunicado, divulgado el

domingo en la tarde, no mencionó

específicamente a España ni Italia,

aunque el mensaje quedó claro:

luego de más de un año de actividad

intermitente en el mercado de

bonos de sus integrantes más débiles,

el BCE está interviniendo para

impedir que la crisis de la deuda

griega termine contagiando a las

economías más grandes.

El comunicado felicitó a Italia

y España, la tercera y cuarta

economía de la zona euro, respectivamente,

por emprender

“nuevas medidas y reformas en

las áreas de políticas fiscales y

estructurales”. La decisión le

concede a España e Italia “una

cantidad importante de tiempo”

y la declaración del banco central

“apunta claramente en la dirección

de una respuesta inminente

y enérgica”, señaló un informe de

Royal Bank of Scotland.

La decisión, no obstante, generará

un acalorado debate dentro y

fuera del BCE.

Los 23 integrantes de la junta

directiva del organismo ya estaban

divididos entre los de países

del norte y del sur respecto a las

compras limitadas de bonos irlandeses

y portugueses. Al menos tres

presidentes de bancos centrales

del norte de Europa, incluyendo

el de Alemania, resistieron la medida,

dijeron fuentes cercanas.

La decisión de comprar bonos

de España e Italia produjo divisiones

similares. El anuncio del

viernes de la agencia crediticia

Standard & Poor’s de rebajar la

calificación de AAA de la deuda

de EE.UU. fortalece a los partidarios

de la compra de bonos en

medio de las preocupaciones sobre

un nuevo brote de contagio

en los mercados globales.

El BCE intentó la semana pasada

reforzar la confianza de los

inversionistas mediante la compra

de bonos de Irlanda y Portugal,

pero la medida no surtió el efecto

deseado.

Estos dos países, junto con Grecia,

ya recibieron paquetes de rescate

europeos, quedando efectivamente

al margen de los mercados

de capitales.

Para detener de manera significativa

el contagio de la crisis

a España e Italia, los analistas

creen que el BCE tendría que incrementar

sus compras de bonos,

un paso que la entidad había resistido.

Desde que comenzó el programa,

en mayo de 2010, ha comprado

menos de 80.000 millones

de euros (unos US$114.000 millones)

en bonos griegos, irlandeses

y portugueses.

Italia y España emiten entre

ambas alrededor 600.000 millones

de euros (unos US$856.800

millones) al año en deuda soberana.

De acuerdo con Paul Mortimer-

Lee, economista de BNP Paribas,

“puede haber buenas razones para

compras de entre 230.000 millones

y 400.000 millones de euros”.

Los opositores también tienen

municiones. Comprar bonos

del gobierno pone al BCE peligrosamente

cerca de la esfera de la

política fiscal, una preocupación

particularmente aguda en

Alemania.

The Wall Street Journal

Por Brian Blackstone

y Marcus Walker


El debilitamiento del dólar agita las economías del mundo

En este momento, ningún banco

central quiere tener una moneda

que se aprecie, lo que constituye

un gran dolor de cabeza para una

economía mundial que se ve seriamente

afectada por las anémicas

perspectivas de crecimiento de las

principales países del mundo.

En los últimos días, los bancos

centrales de Japón y Suiza

han dado pasos para restringir el

alza de sus monedas, que se han

apreciado en medio de los temores

sobre la extensión del límite de la

deuda estadounidense y la crisis

fiscal de Europa.

El Banco Central Europeo tomó

el jueves medidas para inyectar

más liquidez al mercado. El banco

central de Turquía redujo la tasa

de interés de referencia en medio

punto porcentual para dejarla en

5,75%; como resultado, la lira cayó

2% frente al dólar. “Estamos observando

un esfuerzo más concertado

de parte de una serie de países

para manejar sus monedas en un

momento en el que todo el mundo

está preocupado respecto al crecimiento”,

dijo Bruce Kasman, economista

jefe de J.P. Morgan Chase.

O, como indicó el estratega de Miller

Tabak & Co. Peter Boockvar en

una nota a sus clientes: “La carrera

para desvalorizar continúa”. En

una aparente respuesta a la intervención

japonesa y a la persistente

preocupación respecto a Europa,

el dólar subió el jueves frente al

yen y al euro.

Los movimientos cambiarios

fueron parte de un día negro en

los mercados del mundo. El Promedio

Industrial Dow Jones cayó

512,79 puntos, 4,31%, para cerrar

en 11.383,68 unidades, su mayor retroceso

en puntos desde diciembre

de 2008, cuando arreciaba la crisis

financiera. El índice, que ha retrocedido

en nueve de las últimas 10

jornadas, acumula un descenso de

11,1% desde su máximo de abril de

este año. El precio del petróleo y el

de otras materias primas también

fue castigado y hasta el oro, considerado

un refugio seguro, cedió.

Algunos de las mayores países

desarrollados que permiten la flotación

libre de sus divisas, como

Estados Unidos, el Reino Unido y

Japón, esperan que la depreciación

impulse sus exportaciones

en un momento en que las economías

locales son débiles. “Las economías

que están débiles naturalmente

van a querer exportar más.

Un tipo de cambio más competitivo

sería una forma de fortalecer

la competitividad de las exportaciones”,

dijo Barry Eichengreen,

economista de la Universidad de

California, en Berkeley.

Pero si algunas monedas van

a caer, otras tienen que subir. Varios

países de crecimiento acelerado

como Brasil , Canadá, Corea

del Sur, Israel y Sudáfrica, ven con

alarma cómo los capitales se desplazan

desde las bajas tasas de interés

en EE.UU., Japón y Europa y

hace que sus monedas se disparen,

amenazando la vitalidad de sus

sectores exportadores. El gobierno

de Brasil ha sido uno de los más

asertivos. La semana pasada anunció

un impuesto de 1% a los inversionistas

que apuestan que el dólar

volverá a caer frente al real.

China, mientras tanto, todavía

mantiene un férreo control del

yuan, permitiendo una leve apreciación

frente al dólar, pero no lo

sufiente para perder competitividad

frente a las monedas de otros

socios comerciales.

Las grandes oscilaciones de

las monedas siempre generan especulación

de que los gobiernos

del mundo se disponen a realizar

algún esfuerzo concertado para

apaciguar a los mercados. Pero

la evolución del tipo de cambio

no fue un tema importante en la

agenda cuando los ministros de

Finanzas del Grupo de los Siete,

conformado por EE.UU, Canadá, el

Reino Unido, Italia, Francia, Alemania

y Japón, dialogaron telefónicamente

este miércoles.

El asunto que acaparó la atención

de los ministros fue la persistente

crisis de la deuda soberana

europea. A pesar de la interminable

saga, el euro se ha negociado

en un rango relativamente estrecho

frente al dólar estadounidense.

Los autoridades de otras partes

del mundo han presionado a los europeos

para que ofrezcan una respuesta

más contudente a la crisis

de la zona euro e implementen con

eficacia los planes anunciados.

El aumento del tipo de cambio

en economías sobrecalentadas

donde hay crecientes presiones

inflacionarias, como Brasil y buena

parte del sudeste asiático, es un

antídoto clásico contra la inflación

puesto que tienden a retrasar el

crecimiento y reducir los precios

de las importaciones. En las economías

con muy baja inflación, como

Suiza y Japón, no obstante, el alza

de las monedas provoca renovadas

preocupaciones acerca de un alza

de los precios.

En EE.UU., el Reino Unido y

Europa, donde los gobiernos han

emprendido políticas de austeridad

para reducir el oneroso endeudamiento,

la tarea de rescatar

a las economías recae sobre

los bancos centrales y los movimientos

cambiarios. “En casi todas

partes, la política fiscal no

es una opción viable”, opinó Eichengreen.

“Estamos en un mundo

donde, en algunos casos, los

bancos centrales son las autoridades

de última instancia”.

Los nuevos signos de debilidad

en la economía de EE.UU. han

desatado especulaciones de que la

Reserva Federal podría iniciar una

tercera ronda de compra de bonos,

una política conocida como relajamiento

cuantitativo. El resultado

de imprimir más dólares para comprar

bonos, un aumento la oferta

de dólares, tendería a reducir su

su valor frente a otras monedas y

el oro. Pese a expresar su preocupación

por la penosa lentitud del

crecimiento, las autoridades estadounidenses

no han mostrado

ninguna preocupación acerca del

dólar ni advertido ningún signo de

una caída desordenada, un requisito

previo para una intervención

mundial coordinada.

“Estamos viendo una diversificación

para salir del dólar que

está repercutiendo en todos los

mercados”, opina Daniel Hui, estratega

cambiario del banco británico

HSBC Global Research. Los

problemas de la deuda soberana

en Europa han hecho que algunos

inversionistas se muestren

reacios a cambiar sus activos en

dólares por euros.

The Wall Street Journal

Por Suddep Reddy

y Peter Stein

El nuevo orden mundial de la deuda soberana: sube Brasil, cae EE.UU.

Las otrora claramente demarcadas

fronteras en los mercados

de bonos se están borrando.

En momentos en los que la

calificación de la deuda púbica

estadounidense sigue bajo amenaza

y la crisis de la deuda europea

prosigue su curso, los inversionistas

y los diseñadores de

políticas afrontan cambios fundamentales

en los mercados globales

de deuda.

Muchos de los

denominados países

emergentes,

que habitualmente

han debido pagar tasas de interés

más altas al ser percibidos como

más riesgosos, ahora están pagando

lo mismo para financiarse que

las economías desarrolladas, y a

veces menos.

Los inversionistas parecen ver

a México y Brasil como menos

riesgosos que los países de los

que alguna vez fueron colonias:

España y Portugal.

El actual debate sobre el límite

de la deuda en Estados Unidos

ha elevado el costo de los seguros

contra una posible cesación

de pagos de los bonos del Tesoro

del país—que durante mucho

tiempo fueron considerados una

inversión exenta de riesgos— por

encima de la deuda equivalente

brasileña.

Aunque la situación es consecuencia

de las crisis que afligen

a ambos lados del Atlántico, muchos

dicen que también es parte

de una transformación más amplia

y permanente en la forma en

que los inversionistas perciben

el riesgo de la deuda pública y

la forma en que cobran por ese

riesgo.

“El cambio que hemos observado

es bastante significativo. Y

pienso que es algo que seguirá,

incluso luego de que se resuelva

este período de crisis”, dijo Mauro

Leos, encargado regional de crédito

latinoamericano de la calificadora

de riesgo Moody’s.

Como el alboroto en Washington

ha dejado en claro, ni siquiera

los valores del gobierno de EE.UU

pueden ser considerados como

completamente libres de riesgo.

Y el rescate de Grecia, que probablemente

deje pérdidas para los

inversionistas, está siendo visto

como un modelo a seguir para

otras reestructuraciones de deuda

en la región.

Esto está obligando a los inversionistas

y a los estrategas

de inversión a cambiar la forma

en que evalúan la deuda de los

países desarrollados. En vez de

limitarse a tomar en cuenta el

crecimiento y la inflación cuando

juzgan el valor de un bono de, digamos,

Italia, muchos tienen que

enfrentar por primera vez la posibilidad

de que realmente no se

les pague.

“En los mercados desarrollados,

lo que importaba era analizar

el ciclo de los negocios y en

los mercados emergentes había

que analizar la solvencia. Ahora

no es así. Ahora se trata de hacer

ambas cosas para ambos grupos

de países”, señala David Rolley,

coadministrador del fondo de

renta fija Loomis Sayles Global

Bond.

Esto podría significar que, en

última instancia, las economías

desarrolladas, incluida la de

EE.UU, podrían tener que pagar

extra por el riesgo percibido, por

mínimo que sea, de que no puedan

devolver sus préstamos.

En el mercado de seguros contra

cesaciones de pagos (conocidos

como credit default swaps o

CDS), el costo de asegurar 10 millones

de euros (US$14,4 millones)

en bonos estadounidenses durante

un año ascendió a 80.000 euros

(US$115.000) el jueves 28 de julio.

En comparación, el costo anual de

asegurar una cantidad similar de

bonos brasileños se ubicó ese día

en US$45.000.

Estos contratos para papeles

estadounidenses están denominados

en euros y a menudo operan

en Europa debido a que el dólar

presumiblemente perdería gran

parte de su valor en el improbable

escenario de que EE.UU no pagase

sus deudas.

En todo caso, no hay que perder

de vista que el mercado de estos

CDS es pequeño e ilíquido en

comparación con el de bonos. Pero

hay señales similares provenientes

de la negociación de valores.

El bono de referencia mexicano a

10 años tuvo un rendimiento de

6,74% la semana pasada, en comparación

con 6,03% del bono equivalente

español. El bono brasileño

a 10 años tuvo un rendimiento

de 12,61% en comparación con el

12,24% del portugués.

Por supuesto, puede ser engañoso

comparar rendimientos

de bonos entre países, dadas las

diferentes tasas de inflación, niveles

de crecimiento económico

y políticas de los bancos centrales.

También es demasiado pronto

para escribir el obituario de

los principales países del Grupo

de los 10, como Alemania, Francia,

EE.UU y el Reino Unido. Todos

retienen su calificación de

triple A y son ampliamente considerados

como los refugios más

seguros para los compradores de

bonos.

Las economías desarrolladas

han sobrevivido a anteriores problemas,

como la crisis bancaria

sueca de comienzos de los 90, y

algunos países emergentes—

como Venezuela y Ecuador— siguen

siendo perjudicados por ciclos

políticos volátiles y por los

altibajos en los precios de las materias

primas.

Incluso entre los países mejor

administrados, como Brasil, China

e India, el ingreso de la inversión

extranjera ha llamado la atención

entre algunos observadores experimentados

que recuerdan cómo

pasados flujos de capitales “golondrinas”

presagiaron estallidos

de burbujas.


The wall street journal
Por Matthiu Wirz
y Matt Phillips

miércoles, 13 de julio de 2011

La recuperación de EE.UU. es una de las más decepcionantes

Dos años después del final oficial de la peor recesión desde la Gran Depresión, la recuperación de Estados Unidos demuestra ser una de las más decepcionantes desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Según una amplia gama de indicadores —el crecimiento del empleo, los niveles de desempleo, el crédito bancario, la producción económica, el crecimiento del ingreso, los precios de las viviendas y las expectativas de los hogares de bienestar financiero— la recuperación de la economía estadounidense desde el final de la recesión, en junio de 2009 ha sido la peor, o una de las peores, desde que el gobierno comenzó a seguir estas tendencias tras el final de la Segunda Guerra Mundial. En algunos sentidos, la recuperación es muy parecida a las registradas en los períodos de 1991 y 2001. Las tres estuvieron marcadas por el crecimiento gradual de la producción y el empleo en vez de la rápida recuperación económica típica de anteriores casos. Pero esta mejoría puede seguir deslucida por años, dicen muchos economistas, debido a la pesada carga de deuda de los hogares, un sistema financiero aún debilitado por la crisis hipotecaria, una confianza frágil y un gobierno con pocas opciones para estimular el crecimiento. Hay facetas positivas. Las exportaciones, particularmente de bienes agrícolas y manufacturados, están mejorando, en parte debido a las pujantes economías de los países en desarrollo y a la debilidad del dólar. Se espera que las exportaciones repunten en el segundo semestre del año conforme se desvanece el sacudón temporal del terremoto de Japón en marzo. Como indicio de esto, el Instituto de Gerentes de Compras informó el viernes sobre un alza en la producción fabril para junio. Las ganancias empresariales, los precios de las acciones y la inversión empresarial están apuntalando la expansión. Aún así, ajustes estructurales mayores están frenando la economía estadounidense. Los bancos tienen menos capacidad o predisposición para prestar que antes de la crisis. Desde que comenzó la recuperación, los bancos han reducido el dinero que tienen disponible mediante líneas de crédito de US$3,04 billones (millones de millones) a US$2,69 billones y han reducido las líneas de crédito sobre capital inmobiliario de US$1,33 billones a US$1,15 billones, según el Banco de la Reserva Federal de Nueva York. En general, el crédito bancario a hogares y empresas en EE.UU. ha caído 4% desde que comenzó la recuperación, algo que contrasta con otras recuperaciones posteriores a la Segunda Guerra Mundial en las cuales el préstamo usualmente repuntó. Los estrategas, entretanto, están reacios a hacer más para estimular el crecimiento económico. La Reserva Federal ya ha reducido las tasas de interés a cero y ha tenido resultados débiles con la flexibilización cuantitativa (la inyección de dinero en la economía a través de la compra de

valores). Un estímulo fiscal —ya sea por medio de reducción de impuestos o aumento del gasto gubernamental— parece improbable dado el alto déficit fiscal y los magros resultados de intentos anteriores. El mayor problema quizá sea la deuda que tienen los hogares estadounidenses. En el apogeo de la bonanza económica en el tercer trimestre de 2007, las familias de EE.UU. habían tomado prestado colectivamente el equivalente de 127% de sus ingresos anuales para financiar las compras de casas, autos y otros bienes, en comparación con un promedio de 84% en la década de los 90. El dinero empleado para saldar esa deuda significa que haya menos disponible para compras nuevas. Para el primer trimestre de este año, los hogares habían reducido la correlación de deuda respecto de ingreso a 112%, en parte porque los bancos han catalogado parte de la deuda como incobrable. Librarse de la deuda podría ser un proceso largo y lento. Para volver a la correlación de deuda e ingresos de la década de los 90 de 84%, los hogares tendrían que pagar otros US$3,3 billones de deuda, o registrar un alza en sus ingresos de US$3,9 billones. Eso es equivalente a alrededor de nueve años de crecimiento del ingreso en tiempos normales, calcula Dana Saporta, economista de Credit Suisse. Las restricciones de la deuda son especialmente difíciles para los consumidores que antes de la crisis dependían de las tarjetas de crédito o líneas de crédito con garantía hipotecaria para seguir gastando cuando su ingreso caía. Ahora, muchas de estas líneas de crédito se han limitado o eliminado. Con menos acceso a crédito, muchas familias descubren que la única manera de llegar a fin de mes es reducir el gasto. La deuda y el débil mercado laboral han perjudicado la confianza del consumidor, lo cual modera aun más su predisposición al gasto. La Universidad de Michigan revela que 24% de las familias espera estar mejor financieramente dentro de un año, el mínimo de esta medición en una recuperación desde la Segunda Guerra Mundial.


Por Jhon Hilsenratgh y Conor Dougherty

The Wall Street Journal Americas

La UE anticipa acuerdo sobre segundo rescate para Grecia

Los ministros de finanzas de la zona euro acordaron el sábado entregar a Grecia otro tramo del paquete de ayuda aprobado el año pasado y así evitar un colapso financiero este mes, pero quedaron con la difícil tarea de afinar los detalles de un nuevo paquete de rescate para el país.

En una conferencia telefónica durante la tarde del sábado, los ministros dijeron que entregarían los 12.000 millones de euros correspondientes a la siguiente fase del paquete de rescate, una vez que el Fondo Monetario Internacional (FMI) firme su aprobación. Se espera que el pago sea realizado antes del 15 de julio. En un comunicado, el FMI dio la bienvenida al “compromiso de la zona euro con la estrategia de financiación” para Grecia. Los ministros también decidieron que para septiembre llegarían a un acuerdo sobre un nuevo paquete de rescate que suplemente los 110.000 millones de euros que ya acordaron el año pasado. Esta cifra se quedó corta ya que Grecia no pudo recaudar dinero en los mercados de capital como se esperaba. El ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, dijo tras la conferencia telefónica que un nuevo paquete de ayuda para Grecia podría ser aprobado en septiembre, a tiempo para el desembolso del próximo tramo trimestral del rescate de la UE y el FMI. El Ministerio de Finanzas griego señaló también en un comunicado que el acuerdo era esperado para mediados de septiembre. Los ministros dijeron que seguirán trabajando en la búsqueda de formas que animen a los tenedores de bonos griegos a contribuir al nuevo paquete de rescate. Los ministros señalaron que “la escala y las modalidades precisas de la participación del sector privado y los fondos adicionales provenientes de fuentes oficiales serán determinadas en las próximas semanas”. Es probable que esto se logre al persuadir al sector privado a reinvertir parte de los ingresos procedentes del vencimiento de bonos griegos en deuda nueva. Los ministros reiteraron su posición de que cualquier plan de este tipo debe evitar que Grecia sea declarara en “cesación de pagos selectiva” por las agencias calificadoras de crédito. Una fuente de la UE indicó que aunque los gobiernos de la zona euro no puedan acordar las líneas generales del segundo paquete de rescate para el 11 de julio, como se pretendía, habrá “total claridad” sobre la participación del sector privado a fines de este mes. El funcionario afirmó que incluiría un cálculo del tamaño de la contribución del sector privado y el total del paquete de rescate. Representantes europeos han dicho que les gustaría que los acreedores privados contribuyeran con 30.000 millones de euros para 2014, pero no está claro si esto puede lograrse. Se espera que el resto del nuevo paquete incluya 30.000 millones de euros en contribuciones provenientes de las privatizaciones griegas y hasta 90.000 millones de euros en nuevos fondos oficiales. “No esperamos ninguna sorpresa”, dijo la fuente de la UE. La aprobación para el próximo desembolso del rescate del año pasado era ampliamente esperada luego de que el parlamento griego votara el jueves a favor de un nuevo conjunto de medidas de austeridad por 28.000 millones de euros, a fin de apuntalar las finanzas del gobierno hasta 2015. Esa votación tuvo lugar dos semanas después del casi colapso del gobierno griego y en medio de masivas protestas callejeras. Un funcionario francés dijo también la noche del sábado que los ministros apuntan a “trabajar con celeridad” sobre los detalles de la participación del sector privado en el segundo esfuerzo de asistencia financiera. En su comunicado del sábado, los ministros de finanzas de la zona euro volvieron a instar a

todos los partidos políticos griegos a trabajar juntos y dijeron que un nuevo paquete de rescate dependerá de “un compromiso firme y sostenido” de Grecia “para implementar medidas de consolidación fiscal, así como reformas estructurales concretas y planes de privatización”.


Por Nathalie Boschat en París
y Laurence Norman en Bruselas

The Wall Street Journal Americas

miércoles, 9 de febrero de 2011

Repunte industrial en el mundo presiona a las materias primas

La última serie de informes sobre la producción industrial a nivel mundial muestra que las fábricas están trabajando a plena capacidad en Estados Unidos, Brasil, Europa, Asia y muchos otros lugares. El Instituto de Gestión de Suministros de EE.UU. anunció el martes que el índice de actividad manufacturera, que se basa en una encuesta realizada entre gerentes de compras, saltó a 60,8 puntos, su nivel más alto desde 2004. Cualquier cifra por encima de los 50 puntos indica una expansión. Encuestas similares apuntan en la misma dirección en 15 de las mayores economías del mundo, incluyendo Italia, Brasil, India y Taiwán. El formidable sector industrial chino también creció, aunque a un paso más moderado que el mes pasado. La fortaleza del sector industrial es una buena noticia para la economía global, que necesita crecer para generar empleo. Sin embargo, el reciente repunte es acompañado de un alza en los precios de los commodities a medida que los fabricantes del mundo absorben las materias primas y cultivos que necesitan para elaborar sus productos. “El mundo luce mejor”, dice Chris Kearney, presidente ejecutivo de SPX Corp., fabricante estadounidense de equipos industria industriales y de diagnóstico. “Comenzó a verse mejor en el segundo semestre de 2010 y se espera que la tendencia persista”, comentó. Los inversionistas reaccionaron con júbilo a la divulgación de los datos en EE.UU. El Promedio Industrial Dow Jones superó los 12.000 puntos el martes para quedar en 12.040 unidades, su cierre más alto desde el 19 de junio de 2008. El fortalecimiento industrial en EE.UU. coincide con el de otros países. Un índice de la zona euro ascendió a 57,3 puntos en enero, su nivel más alto en nueve meses, según Markit, la firma encargada de la medición. El índice de Markit para el Reino Unido subió a 62 en enero, el mayor nivel desde que se empezó a elaborar en 1992. Los indicadores de India y Brasil también avanzaron, aunque el índice oficial de China mostró un leve reretroceso a 52,9 en enero desde 53,9de diciembre. “Hemos observado que la recuperación cobró fuerza el año pasado, primero en los mercados emergentes... y luego en los mercados más establecidos”, señaló Michael Hilton, presidente ejecutivo de Nordson Corp., un fabricante estadounidense de equipos de precisión que realiza 70% de sus ventas fuera de EE.UU. Sin embargo, el dinamismo de la economía global también está generando un alza en los precios de los commodities lo cual está agregando presiones inflacionarias en todo el mundo. El banco central de China, por ejemplo, incrementó los requerimientos de reservas a los bancos en enero, luego de subirlos seis veces el año pasado. En un discurso pronunciado el martes en Singapur, el director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss-Kahn, advirtió que las economías asiáticas de rápido crecimiento podrían tener que endurecer su política monetaria y exhortó a las autoridades a permitir la apreciación de sus monedas para ayudar a resolver los desequilibrios globales. El FMI espera que Asia, excluyendo Japón, crezca 8,5% en 2011, comparado con una expansión de apenas 2,5% en las economías desarrolladas. El crecimiento manufacturero en Europa se produce fundamentalmente en Alemania y los países que alimentan su máquina exportadora y de fabricación de bienes de capital, como Austria y Holanda. “Para esta temporada somos optimistas, pero tenemos que prestar atención al hecho de que hay otros países que están sufriendo, así que tenemos que controlar la producción un poco”, indica Klaus Förtsch, director ejecutivo de Fendt-Caravan GmbH, un fabricante alemán de casas rodantes. Su negocio refleja la tendencia más amplia que se manifiesta en Europa. Las ventas son robustas en Alemania y países más al norte, como Noruega, Suecia y Finlandia, pero siguen siendo débiles en España, dice el ejecutivo, donde el colapso inmobiliario y un desempleo por encima de 20% han deprimido el gasto en productos caros como las casas rodantes.
Por Justin Lahart y Brian Blackstone
The Wall Street Journal Amercias

miércoles, 19 de enero de 2011

The Economist habla sobre cambios en educación anunciados por Piñera

The Economist publicó un artículo sobre la reforma anunciada para la educación chilena, que el presidente Sebastián Piñera calificó como “la más grande desde los años 60”.

La publicación valoró los resultados de la prueba PISA, donde Chile aumentó su puntaje desde el año 2000. Una afirmación que no comparte el gobierno, explicó, al rescatar sólo los avances en cobertura y no en calidad.

Además, explicó que como en otras zonas de América Latina, las políticas públicas chilenas intentan cerrar las brechas socioeconómicas en vez de ayudar a los alumnos pobres a superar sus desventajas. Esto queda demostrado, según The Economist, por los resultados del Simce que arrojaron que los alumnos de cuarto año básico del sector más acomodado obtuvieron mejores resultados (un 35%más) que los estudiantes más pobres.

Además, el medio estadounidense se refirió al sistema de subvenciones del país e indicó que con la reforma anunciada por Piñera se intentará aumentar el valor de aquí al 2018. Y señaló que la reforma planea entregar becas para los mejores alumnos que decidan estudiar pedagogía, quienes podrán aspirar a mejores salarios. Y mencionó, también el incentivo al retiro para los docentes mayores. Además, nombró los 60 liceos de excelencia anunciados por el ministro Joaquín Lavín.

La parte más atrevida de la reforma, a juicio del The Economist, sería la capacidad que tendría los directores de establecimientos municipales para despedir al 5% de los profesores mal evaluados.

Con optimismo, citó el medio, el gobierno de Piñera espera que la reforma se apruebe en el Congreso antes de comenzar el nuevo año académico en marzo de 2011. De ser así, explicó The Economist, los próximos resultados PISA podrían mostrar grandes mejoras en la educación chilena.


© 2010 The Economist Newspaper Limited. All rights reserved.

De The Economist, traducido por Diario Libre y publicado bajo licencia. El artículo original en inglés puede ser encontrado en www.economist.com

Irlanda: una economía del tamaño de David pero con impacto de Goliat

WASHINGTON—La crisis bancaria y el rescate de Irlanda están teniendo efectos negativos sobre los costos de endeudamiento en todo el mundo, presionando tasas de interés, debilitando esfuerzos de reducir los desequilibrios comerciales y minando la confianza en la recuperación económica global. La economía irlandesa, casi del mismo tamaño que la de Colombia, no es lo suficientemente grande como para frenar la recuperación global. Pero como un símbolo de las tensiones entre los países que usan el euro, está generando dudas fuera de las fronteras europeas sobre la salud económica del bloque y la habilidad de los gobiernos de la zona euro para pagar sus deudas. Los indicadores muestran que la economía mundial se está recuperando más rápido de lo anticipado, dice Bruce Kasman, economista jefe de J.P. Morgan, que cita una mejora en la producción industrial y las exportaciones de Asia y un aumento en el gasto de los consumidores en Estados Unidos. Pero se muestra renuente a subir su pronóstico de crecimiento global para 2011 que hoy está en 3,9% —por debajo del 4,7% de 2010— fundamentalmente debido a la incertidumbre generada por Europa. Un asunto clave es si Portugal, España y otros países europeos más grandes que Irlanda se verán obligados a aceptar rescates y a endurecer sus programas de austeridad, lo que pondría en peligro su crecimiento. Igualmente importante, dice Kasman, es si los votantes europeos se rebelarán contra otros rescates, lo que haría más probables la cesación de pagos soberanos. “El gran riesgo está en si los gobiernos lograrán que la población los apoye en lo que va a ser un viaje muy difícil”, considera Kasman. Ya los temores del mercado respecto a que España, Portugal, Italia y Bélgica pedirán paquetes de rescate para cubrir sus deudas han incrementado los costos de financiamiento de esos países. Ayer, el euro alcanzó su nivel más bajo en 10 semanas, cerrando por debajo de US$1,30. Los mercados de bonos en toda Europa se hundieron ya que la “prima de riesgo” que los inversionistas agregan a los títulos de España e Italia llegó a niveles récord. Standard & Poor’s Ratings Services dijo que considera rebajar la calificación de riesgo de Portugal a un nivel por debajo del grado de inversión debido a las presiones económicas y a la amenaza a la capacidad de pago del gobierno. La creciente incertidumbre, dijo Howard Archer, principal economista para Europa de la firma IHS Global Insight, es una razón por la que el desempleo en la zona euro sigue siendo alto: 10,1% en octubre, de acuerdo con datos difundidos el martes. “Las empresas son cada vez más cautas respecto a contrataciones de personal”, dijo. Edwin Truman, ex funcionario del departamento del Tesoro de EE.UU. y de la Reserva Federal de ese país y que ahora se desempeña en el Peterson Institute for Internacional Economics, dice que la insistencia de la canciller alemana, Angela Merkel, en un cambio de política que implica que los tenedores de bonos asuman pérdidas luego de 2013, está teniendo consecuencias hoy. “La gente está diciendo que si cambian las reglas hoy, mejor se protegen”, lo que implica que los inversionistas insistirán en obtener tasas de interés más altas para prestarles a los gobiernos, dijo. “Es una amenaza, nadie sabe cuáles son las reglas”, advirtió. Hasta ahora, la inquietud en Europa no ha tenido un efecto muy visible en la economía de EE.UU. El principal efecto, dicen los economistas, es un alza de aproximadamente 7% del valor del dólar frente al euro desde el primero de noviembre. Un dólar más alto hace que las exportaciones de Estados Unidos sean más caras, disminuyendo la demanda por sus bienes y servicios y minando el impacto de las recientes medidas de la Fed para impulsar la economía estadounidense. EE.UU. tiene un interés significativo en el crecimiento de Europa. Alrededor de 19% de sus exportaciones en lo que va del año fueron a los 27 países de la Unión Europea. La primera parte de la crisis de deuda soberana europea, el rescate de Grecia, fue ampliamente señalada como responsable de la vacilación sobre el rumbo de la economía global en abril y mayo, en parte debido a que se reavivaron los recuerdos de la agitación que rodeó el colapso de Lehman Brothers en 2008. Esta nueva ronda también está sacudiendo la confianza.




Por Bob Davis
The Wall Street Journal Americas