viernes, 7 de octubre de 2011

El BCE lidera una operación para blindar a Italia y España

FRÁNCFORT—El Banco Central

Europeo (BCE) indicó que

comprará bonos soberanos de

Italia y España a gran escala en

lo que constituye un salto cualitativo

en la batalla de dos años de

Europa para contener la crisis de

la deuda.

La intervención del BCE para

apuntalar a Italia y España representa

un hito en el esfuerzo

por combatir la crisis financiera.

Hasta ahora, el banco central había

insistido en que la principal

responsabilidad recaía sobre los

gobiernos nacionales y la decisión

de comprar bonos italianos

equivale a aceptar que los miembros

de la zona euro no pueden

o no quieren responder efectivamente.

Ello transforma al BCE en

el prestamista de última instancia

de la región. El cambio podría

cambiar la naturaleza de la unión

monetaria europea.

La entidad manifestó que “implementará

activamente” su programa

de compra de bonos, que

había pasado a un segundo plano

durante más de cuatro meses antes

de reanudar las adquisiciones

de bonos irlandeses y portugueses

la semana pasada.

El comunicado, divulgado el

domingo en la tarde, no mencionó

específicamente a España ni Italia,

aunque el mensaje quedó claro:

luego de más de un año de actividad

intermitente en el mercado de

bonos de sus integrantes más débiles,

el BCE está interviniendo para

impedir que la crisis de la deuda

griega termine contagiando a las

economías más grandes.

El comunicado felicitó a Italia

y España, la tercera y cuarta

economía de la zona euro, respectivamente,

por emprender

“nuevas medidas y reformas en

las áreas de políticas fiscales y

estructurales”. La decisión le

concede a España e Italia “una

cantidad importante de tiempo”

y la declaración del banco central

“apunta claramente en la dirección

de una respuesta inminente

y enérgica”, señaló un informe de

Royal Bank of Scotland.

La decisión, no obstante, generará

un acalorado debate dentro y

fuera del BCE.

Los 23 integrantes de la junta

directiva del organismo ya estaban

divididos entre los de países

del norte y del sur respecto a las

compras limitadas de bonos irlandeses

y portugueses. Al menos tres

presidentes de bancos centrales

del norte de Europa, incluyendo

el de Alemania, resistieron la medida,

dijeron fuentes cercanas.

La decisión de comprar bonos

de España e Italia produjo divisiones

similares. El anuncio del

viernes de la agencia crediticia

Standard & Poor’s de rebajar la

calificación de AAA de la deuda

de EE.UU. fortalece a los partidarios

de la compra de bonos en

medio de las preocupaciones sobre

un nuevo brote de contagio

en los mercados globales.

El BCE intentó la semana pasada

reforzar la confianza de los

inversionistas mediante la compra

de bonos de Irlanda y Portugal,

pero la medida no surtió el efecto

deseado.

Estos dos países, junto con Grecia,

ya recibieron paquetes de rescate

europeos, quedando efectivamente

al margen de los mercados

de capitales.

Para detener de manera significativa

el contagio de la crisis

a España e Italia, los analistas

creen que el BCE tendría que incrementar

sus compras de bonos,

un paso que la entidad había resistido.

Desde que comenzó el programa,

en mayo de 2010, ha comprado

menos de 80.000 millones

de euros (unos US$114.000 millones)

en bonos griegos, irlandeses

y portugueses.

Italia y España emiten entre

ambas alrededor 600.000 millones

de euros (unos US$856.800

millones) al año en deuda soberana.

De acuerdo con Paul Mortimer-

Lee, economista de BNP Paribas,

“puede haber buenas razones para

compras de entre 230.000 millones

y 400.000 millones de euros”.

Los opositores también tienen

municiones. Comprar bonos

del gobierno pone al BCE peligrosamente

cerca de la esfera de la

política fiscal, una preocupación

particularmente aguda en

Alemania.

The Wall Street Journal

Por Brian Blackstone

y Marcus Walker


El debilitamiento del dólar agita las economías del mundo

En este momento, ningún banco

central quiere tener una moneda

que se aprecie, lo que constituye

un gran dolor de cabeza para una

economía mundial que se ve seriamente

afectada por las anémicas

perspectivas de crecimiento de las

principales países del mundo.

En los últimos días, los bancos

centrales de Japón y Suiza

han dado pasos para restringir el

alza de sus monedas, que se han

apreciado en medio de los temores

sobre la extensión del límite de la

deuda estadounidense y la crisis

fiscal de Europa.

El Banco Central Europeo tomó

el jueves medidas para inyectar

más liquidez al mercado. El banco

central de Turquía redujo la tasa

de interés de referencia en medio

punto porcentual para dejarla en

5,75%; como resultado, la lira cayó

2% frente al dólar. “Estamos observando

un esfuerzo más concertado

de parte de una serie de países

para manejar sus monedas en un

momento en el que todo el mundo

está preocupado respecto al crecimiento”,

dijo Bruce Kasman, economista

jefe de J.P. Morgan Chase.

O, como indicó el estratega de Miller

Tabak & Co. Peter Boockvar en

una nota a sus clientes: “La carrera

para desvalorizar continúa”. En

una aparente respuesta a la intervención

japonesa y a la persistente

preocupación respecto a Europa,

el dólar subió el jueves frente al

yen y al euro.

Los movimientos cambiarios

fueron parte de un día negro en

los mercados del mundo. El Promedio

Industrial Dow Jones cayó

512,79 puntos, 4,31%, para cerrar

en 11.383,68 unidades, su mayor retroceso

en puntos desde diciembre

de 2008, cuando arreciaba la crisis

financiera. El índice, que ha retrocedido

en nueve de las últimas 10

jornadas, acumula un descenso de

11,1% desde su máximo de abril de

este año. El precio del petróleo y el

de otras materias primas también

fue castigado y hasta el oro, considerado

un refugio seguro, cedió.

Algunos de las mayores países

desarrollados que permiten la flotación

libre de sus divisas, como

Estados Unidos, el Reino Unido y

Japón, esperan que la depreciación

impulse sus exportaciones

en un momento en que las economías

locales son débiles. “Las economías

que están débiles naturalmente

van a querer exportar más.

Un tipo de cambio más competitivo

sería una forma de fortalecer

la competitividad de las exportaciones”,

dijo Barry Eichengreen,

economista de la Universidad de

California, en Berkeley.

Pero si algunas monedas van

a caer, otras tienen que subir. Varios

países de crecimiento acelerado

como Brasil , Canadá, Corea

del Sur, Israel y Sudáfrica, ven con

alarma cómo los capitales se desplazan

desde las bajas tasas de interés

en EE.UU., Japón y Europa y

hace que sus monedas se disparen,

amenazando la vitalidad de sus

sectores exportadores. El gobierno

de Brasil ha sido uno de los más

asertivos. La semana pasada anunció

un impuesto de 1% a los inversionistas

que apuestan que el dólar

volverá a caer frente al real.

China, mientras tanto, todavía

mantiene un férreo control del

yuan, permitiendo una leve apreciación

frente al dólar, pero no lo

sufiente para perder competitividad

frente a las monedas de otros

socios comerciales.

Las grandes oscilaciones de

las monedas siempre generan especulación

de que los gobiernos

del mundo se disponen a realizar

algún esfuerzo concertado para

apaciguar a los mercados. Pero

la evolución del tipo de cambio

no fue un tema importante en la

agenda cuando los ministros de

Finanzas del Grupo de los Siete,

conformado por EE.UU, Canadá, el

Reino Unido, Italia, Francia, Alemania

y Japón, dialogaron telefónicamente

este miércoles.

El asunto que acaparó la atención

de los ministros fue la persistente

crisis de la deuda soberana

europea. A pesar de la interminable

saga, el euro se ha negociado

en un rango relativamente estrecho

frente al dólar estadounidense.

Los autoridades de otras partes

del mundo han presionado a los europeos

para que ofrezcan una respuesta

más contudente a la crisis

de la zona euro e implementen con

eficacia los planes anunciados.

El aumento del tipo de cambio

en economías sobrecalentadas

donde hay crecientes presiones

inflacionarias, como Brasil y buena

parte del sudeste asiático, es un

antídoto clásico contra la inflación

puesto que tienden a retrasar el

crecimiento y reducir los precios

de las importaciones. En las economías

con muy baja inflación, como

Suiza y Japón, no obstante, el alza

de las monedas provoca renovadas

preocupaciones acerca de un alza

de los precios.

En EE.UU., el Reino Unido y

Europa, donde los gobiernos han

emprendido políticas de austeridad

para reducir el oneroso endeudamiento,

la tarea de rescatar

a las economías recae sobre

los bancos centrales y los movimientos

cambiarios. “En casi todas

partes, la política fiscal no

es una opción viable”, opinó Eichengreen.

“Estamos en un mundo

donde, en algunos casos, los

bancos centrales son las autoridades

de última instancia”.

Los nuevos signos de debilidad

en la economía de EE.UU. han

desatado especulaciones de que la

Reserva Federal podría iniciar una

tercera ronda de compra de bonos,

una política conocida como relajamiento

cuantitativo. El resultado

de imprimir más dólares para comprar

bonos, un aumento la oferta

de dólares, tendería a reducir su

su valor frente a otras monedas y

el oro. Pese a expresar su preocupación

por la penosa lentitud del

crecimiento, las autoridades estadounidenses

no han mostrado

ninguna preocupación acerca del

dólar ni advertido ningún signo de

una caída desordenada, un requisito

previo para una intervención

mundial coordinada.

“Estamos viendo una diversificación

para salir del dólar que

está repercutiendo en todos los

mercados”, opina Daniel Hui, estratega

cambiario del banco británico

HSBC Global Research. Los

problemas de la deuda soberana

en Europa han hecho que algunos

inversionistas se muestren

reacios a cambiar sus activos en

dólares por euros.

The Wall Street Journal

Por Suddep Reddy

y Peter Stein

El nuevo orden mundial de la deuda soberana: sube Brasil, cae EE.UU.

Las otrora claramente demarcadas

fronteras en los mercados

de bonos se están borrando.

En momentos en los que la

calificación de la deuda púbica

estadounidense sigue bajo amenaza

y la crisis de la deuda europea

prosigue su curso, los inversionistas

y los diseñadores de

políticas afrontan cambios fundamentales

en los mercados globales

de deuda.

Muchos de los

denominados países

emergentes,

que habitualmente

han debido pagar tasas de interés

más altas al ser percibidos como

más riesgosos, ahora están pagando

lo mismo para financiarse que

las economías desarrolladas, y a

veces menos.

Los inversionistas parecen ver

a México y Brasil como menos

riesgosos que los países de los

que alguna vez fueron colonias:

España y Portugal.

El actual debate sobre el límite

de la deuda en Estados Unidos

ha elevado el costo de los seguros

contra una posible cesación

de pagos de los bonos del Tesoro

del país—que durante mucho

tiempo fueron considerados una

inversión exenta de riesgos— por

encima de la deuda equivalente

brasileña.

Aunque la situación es consecuencia

de las crisis que afligen

a ambos lados del Atlántico, muchos

dicen que también es parte

de una transformación más amplia

y permanente en la forma en

que los inversionistas perciben

el riesgo de la deuda pública y

la forma en que cobran por ese

riesgo.

“El cambio que hemos observado

es bastante significativo. Y

pienso que es algo que seguirá,

incluso luego de que se resuelva

este período de crisis”, dijo Mauro

Leos, encargado regional de crédito

latinoamericano de la calificadora

de riesgo Moody’s.

Como el alboroto en Washington

ha dejado en claro, ni siquiera

los valores del gobierno de EE.UU

pueden ser considerados como

completamente libres de riesgo.

Y el rescate de Grecia, que probablemente

deje pérdidas para los

inversionistas, está siendo visto

como un modelo a seguir para

otras reestructuraciones de deuda

en la región.

Esto está obligando a los inversionistas

y a los estrategas

de inversión a cambiar la forma

en que evalúan la deuda de los

países desarrollados. En vez de

limitarse a tomar en cuenta el

crecimiento y la inflación cuando

juzgan el valor de un bono de, digamos,

Italia, muchos tienen que

enfrentar por primera vez la posibilidad

de que realmente no se

les pague.

“En los mercados desarrollados,

lo que importaba era analizar

el ciclo de los negocios y en

los mercados emergentes había

que analizar la solvencia. Ahora

no es así. Ahora se trata de hacer

ambas cosas para ambos grupos

de países”, señala David Rolley,

coadministrador del fondo de

renta fija Loomis Sayles Global

Bond.

Esto podría significar que, en

última instancia, las economías

desarrolladas, incluida la de

EE.UU, podrían tener que pagar

extra por el riesgo percibido, por

mínimo que sea, de que no puedan

devolver sus préstamos.

En el mercado de seguros contra

cesaciones de pagos (conocidos

como credit default swaps o

CDS), el costo de asegurar 10 millones

de euros (US$14,4 millones)

en bonos estadounidenses durante

un año ascendió a 80.000 euros

(US$115.000) el jueves 28 de julio.

En comparación, el costo anual de

asegurar una cantidad similar de

bonos brasileños se ubicó ese día

en US$45.000.

Estos contratos para papeles

estadounidenses están denominados

en euros y a menudo operan

en Europa debido a que el dólar

presumiblemente perdería gran

parte de su valor en el improbable

escenario de que EE.UU no pagase

sus deudas.

En todo caso, no hay que perder

de vista que el mercado de estos

CDS es pequeño e ilíquido en

comparación con el de bonos. Pero

hay señales similares provenientes

de la negociación de valores.

El bono de referencia mexicano a

10 años tuvo un rendimiento de

6,74% la semana pasada, en comparación

con 6,03% del bono equivalente

español. El bono brasileño

a 10 años tuvo un rendimiento

de 12,61% en comparación con el

12,24% del portugués.

Por supuesto, puede ser engañoso

comparar rendimientos

de bonos entre países, dadas las

diferentes tasas de inflación, niveles

de crecimiento económico

y políticas de los bancos centrales.

También es demasiado pronto

para escribir el obituario de

los principales países del Grupo

de los 10, como Alemania, Francia,

EE.UU y el Reino Unido. Todos

retienen su calificación de

triple A y son ampliamente considerados

como los refugios más

seguros para los compradores de

bonos.

Las economías desarrolladas

han sobrevivido a anteriores problemas,

como la crisis bancaria

sueca de comienzos de los 90, y

algunos países emergentes—

como Venezuela y Ecuador— siguen

siendo perjudicados por ciclos

políticos volátiles y por los

altibajos en los precios de las materias

primas.

Incluso entre los países mejor

administrados, como Brasil, China

e India, el ingreso de la inversión

extranjera ha llamado la atención

entre algunos observadores experimentados

que recuerdan cómo

pasados flujos de capitales “golondrinas”

presagiaron estallidos

de burbujas.


The wall street journal
Por Matthiu Wirz
y Matt Phillips