Las otrora claramente demarcadas
fronteras en los mercados
de bonos se están borrando.
En momentos en los que la
calificación de la deuda púbica
estadounidense sigue bajo amenaza
y la crisis de la deuda europea
prosigue su curso, los inversionistas
y los diseñadores de
políticas afrontan cambios fundamentales
en los mercados globales
de deuda.
Muchos de los
denominados países
emergentes,
que habitualmente
han debido pagar tasas de interés
más altas al ser percibidos como
más riesgosos, ahora están pagando
lo mismo para financiarse que
las economías desarrolladas, y a
veces menos.
Los inversionistas parecen ver
a México y Brasil como menos
riesgosos que los países de los
que alguna vez fueron colonias:
España y Portugal.
El actual debate sobre el límite
de la deuda en Estados Unidos
ha elevado el costo de los seguros
contra una posible cesación
de pagos de los bonos del Tesoro
del país—que durante mucho
tiempo fueron considerados una
inversión exenta de riesgos— por
encima de la deuda equivalente
brasileña.
Aunque la situación es consecuencia
de las crisis que afligen
a ambos lados del Atlántico, muchos
dicen que también es parte
de una transformación más amplia
y permanente en la forma en
que los inversionistas perciben
el riesgo de la deuda pública y
la forma en que cobran por ese
riesgo.
“El cambio que hemos observado
es bastante significativo. Y
pienso que es algo que seguirá,
incluso luego de que se resuelva
este período de crisis”, dijo Mauro
Leos, encargado regional de crédito
latinoamericano de la calificadora
de riesgo Moody’s.
Como el alboroto en Washington
ha dejado en claro, ni siquiera
los valores del gobierno de EE.UU
pueden ser considerados como
completamente libres de riesgo.
Y el rescate de Grecia, que probablemente
deje pérdidas para los
inversionistas, está siendo visto
como un modelo a seguir para
otras reestructuraciones de deuda
en la región.
Esto está obligando a los inversionistas
y a los estrategas
de inversión a cambiar la forma
en que evalúan la deuda de los
países desarrollados. En vez de
limitarse a tomar en cuenta el
crecimiento y la inflación cuando
juzgan el valor de un bono de, digamos,
Italia, muchos tienen que
enfrentar por primera vez la posibilidad
de que realmente no se
les pague.
“En los mercados desarrollados,
lo que importaba era analizar
el ciclo de los negocios y en
los mercados emergentes había
que analizar la solvencia. Ahora
no es así. Ahora se trata de hacer
ambas cosas para ambos grupos
de países”, señala David Rolley,
coadministrador del fondo de
renta fija Loomis Sayles Global
Bond.
Esto podría significar que, en
última instancia, las economías
desarrolladas, incluida la de
EE.UU, podrían tener que pagar
extra por el riesgo percibido, por
mínimo que sea, de que no puedan
devolver sus préstamos.
En el mercado de seguros contra
cesaciones de pagos (conocidos
como credit default swaps o
CDS), el costo de asegurar 10 millones
de euros (US$14,4 millones)
en bonos estadounidenses durante
un año ascendió a 80.000 euros
(US$115.000) el jueves 28 de julio.
En comparación, el costo anual de
asegurar una cantidad similar de
bonos brasileños se ubicó ese día
en US$45.000.
Estos contratos para papeles
estadounidenses están denominados
en euros y a menudo operan
en Europa debido a que el dólar
presumiblemente perdería gran
parte de su valor en el improbable
escenario de que EE.UU no pagase
sus deudas.
En todo caso, no hay que perder
de vista que el mercado de estos
CDS es pequeño e ilíquido en
comparación con el de bonos. Pero
hay señales similares provenientes
de la negociación de valores.
El bono de referencia mexicano a
10 años tuvo un rendimiento de
6,74% la semana pasada, en comparación
con 6,03% del bono equivalente
español. El bono brasileño
a 10 años tuvo un rendimiento
de 12,61% en comparación con el
12,24% del portugués.
Por supuesto, puede ser engañoso
comparar rendimientos
de bonos entre países, dadas las
diferentes tasas de inflación, niveles
de crecimiento económico
y políticas de los bancos centrales.
También es demasiado pronto
para escribir el obituario de
los principales países del Grupo
de los 10, como Alemania, Francia,
EE.UU y el Reino Unido. Todos
retienen su calificación de
triple A y son ampliamente considerados
como los refugios más
seguros para los compradores de
bonos.
Las economías desarrolladas
han sobrevivido a anteriores problemas,
como la crisis bancaria
sueca de comienzos de los 90, y
algunos países emergentes—
como Venezuela y Ecuador— siguen
siendo perjudicados por ciclos
políticos volátiles y por los
altibajos en los precios de las materias
primas.
Incluso entre los países mejor
administrados, como Brasil, China
e India, el ingreso de la inversión
extranjera ha llamado la atención
entre algunos observadores experimentados
que recuerdan cómo
pasados flujos de capitales “golondrinas”
presagiaron estallidos
de burbujas.
The wall street journal
Por Matthiu Wirz
y Matt Phillips
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