viernes, 7 de octubre de 2011

El debilitamiento del dólar agita las economías del mundo

En este momento, ningún banco

central quiere tener una moneda

que se aprecie, lo que constituye

un gran dolor de cabeza para una

economía mundial que se ve seriamente

afectada por las anémicas

perspectivas de crecimiento de las

principales países del mundo.

En los últimos días, los bancos

centrales de Japón y Suiza

han dado pasos para restringir el

alza de sus monedas, que se han

apreciado en medio de los temores

sobre la extensión del límite de la

deuda estadounidense y la crisis

fiscal de Europa.

El Banco Central Europeo tomó

el jueves medidas para inyectar

más liquidez al mercado. El banco

central de Turquía redujo la tasa

de interés de referencia en medio

punto porcentual para dejarla en

5,75%; como resultado, la lira cayó

2% frente al dólar. “Estamos observando

un esfuerzo más concertado

de parte de una serie de países

para manejar sus monedas en un

momento en el que todo el mundo

está preocupado respecto al crecimiento”,

dijo Bruce Kasman, economista

jefe de J.P. Morgan Chase.

O, como indicó el estratega de Miller

Tabak & Co. Peter Boockvar en

una nota a sus clientes: “La carrera

para desvalorizar continúa”. En

una aparente respuesta a la intervención

japonesa y a la persistente

preocupación respecto a Europa,

el dólar subió el jueves frente al

yen y al euro.

Los movimientos cambiarios

fueron parte de un día negro en

los mercados del mundo. El Promedio

Industrial Dow Jones cayó

512,79 puntos, 4,31%, para cerrar

en 11.383,68 unidades, su mayor retroceso

en puntos desde diciembre

de 2008, cuando arreciaba la crisis

financiera. El índice, que ha retrocedido

en nueve de las últimas 10

jornadas, acumula un descenso de

11,1% desde su máximo de abril de

este año. El precio del petróleo y el

de otras materias primas también

fue castigado y hasta el oro, considerado

un refugio seguro, cedió.

Algunos de las mayores países

desarrollados que permiten la flotación

libre de sus divisas, como

Estados Unidos, el Reino Unido y

Japón, esperan que la depreciación

impulse sus exportaciones

en un momento en que las economías

locales son débiles. “Las economías

que están débiles naturalmente

van a querer exportar más.

Un tipo de cambio más competitivo

sería una forma de fortalecer

la competitividad de las exportaciones”,

dijo Barry Eichengreen,

economista de la Universidad de

California, en Berkeley.

Pero si algunas monedas van

a caer, otras tienen que subir. Varios

países de crecimiento acelerado

como Brasil , Canadá, Corea

del Sur, Israel y Sudáfrica, ven con

alarma cómo los capitales se desplazan

desde las bajas tasas de interés

en EE.UU., Japón y Europa y

hace que sus monedas se disparen,

amenazando la vitalidad de sus

sectores exportadores. El gobierno

de Brasil ha sido uno de los más

asertivos. La semana pasada anunció

un impuesto de 1% a los inversionistas

que apuestan que el dólar

volverá a caer frente al real.

China, mientras tanto, todavía

mantiene un férreo control del

yuan, permitiendo una leve apreciación

frente al dólar, pero no lo

sufiente para perder competitividad

frente a las monedas de otros

socios comerciales.

Las grandes oscilaciones de

las monedas siempre generan especulación

de que los gobiernos

del mundo se disponen a realizar

algún esfuerzo concertado para

apaciguar a los mercados. Pero

la evolución del tipo de cambio

no fue un tema importante en la

agenda cuando los ministros de

Finanzas del Grupo de los Siete,

conformado por EE.UU, Canadá, el

Reino Unido, Italia, Francia, Alemania

y Japón, dialogaron telefónicamente

este miércoles.

El asunto que acaparó la atención

de los ministros fue la persistente

crisis de la deuda soberana

europea. A pesar de la interminable

saga, el euro se ha negociado

en un rango relativamente estrecho

frente al dólar estadounidense.

Los autoridades de otras partes

del mundo han presionado a los europeos

para que ofrezcan una respuesta

más contudente a la crisis

de la zona euro e implementen con

eficacia los planes anunciados.

El aumento del tipo de cambio

en economías sobrecalentadas

donde hay crecientes presiones

inflacionarias, como Brasil y buena

parte del sudeste asiático, es un

antídoto clásico contra la inflación

puesto que tienden a retrasar el

crecimiento y reducir los precios

de las importaciones. En las economías

con muy baja inflación, como

Suiza y Japón, no obstante, el alza

de las monedas provoca renovadas

preocupaciones acerca de un alza

de los precios.

En EE.UU., el Reino Unido y

Europa, donde los gobiernos han

emprendido políticas de austeridad

para reducir el oneroso endeudamiento,

la tarea de rescatar

a las economías recae sobre

los bancos centrales y los movimientos

cambiarios. “En casi todas

partes, la política fiscal no

es una opción viable”, opinó Eichengreen.

“Estamos en un mundo

donde, en algunos casos, los

bancos centrales son las autoridades

de última instancia”.

Los nuevos signos de debilidad

en la economía de EE.UU. han

desatado especulaciones de que la

Reserva Federal podría iniciar una

tercera ronda de compra de bonos,

una política conocida como relajamiento

cuantitativo. El resultado

de imprimir más dólares para comprar

bonos, un aumento la oferta

de dólares, tendería a reducir su

su valor frente a otras monedas y

el oro. Pese a expresar su preocupación

por la penosa lentitud del

crecimiento, las autoridades estadounidenses

no han mostrado

ninguna preocupación acerca del

dólar ni advertido ningún signo de

una caída desordenada, un requisito

previo para una intervención

mundial coordinada.

“Estamos viendo una diversificación

para salir del dólar que

está repercutiendo en todos los

mercados”, opina Daniel Hui, estratega

cambiario del banco británico

HSBC Global Research. Los

problemas de la deuda soberana

en Europa han hecho que algunos

inversionistas se muestren

reacios a cambiar sus activos en

dólares por euros.

The Wall Street Journal

Por Suddep Reddy

y Peter Stein

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