En este momento, ningún banco
central quiere tener una moneda
que se aprecie, lo que constituye
un gran dolor de cabeza para una
economía mundial que se ve seriamente
afectada por las anémicas
perspectivas de crecimiento de las
principales países del mundo.
En los últimos días, los bancos
centrales de Japón y Suiza
han dado pasos para restringir el
alza de sus monedas, que se han
apreciado en medio de los temores
sobre la extensión del límite de la
deuda estadounidense y la crisis
fiscal de Europa.
El Banco Central Europeo tomó
el jueves medidas para inyectar
más liquidez al mercado. El banco
central de Turquía redujo la tasa
de interés de referencia en medio
punto porcentual para dejarla en
5,75%; como resultado, la lira cayó
2% frente al dólar. “Estamos observando
un esfuerzo más concertado
de parte de una serie de países
para manejar sus monedas en un
momento en el que todo el mundo
está preocupado respecto al crecimiento”,
dijo Bruce Kasman, economista
jefe de J.P. Morgan Chase.
O, como indicó el estratega de Miller
Tabak & Co. Peter Boockvar en
una nota a sus clientes: “La carrera
para desvalorizar continúa”. En
una aparente respuesta a la intervención
japonesa y a la persistente
preocupación respecto a Europa,
el dólar subió el jueves frente al
yen y al euro.
Los movimientos cambiarios
fueron parte de un día negro en
los mercados del mundo. El Promedio
Industrial Dow Jones cayó
512,79 puntos, 4,31%, para cerrar
en 11.383,68 unidades, su mayor retroceso
en puntos desde diciembre
de 2008, cuando arreciaba la crisis
financiera. El índice, que ha retrocedido
en nueve de las últimas 10
jornadas, acumula un descenso de
11,1% desde su máximo de abril de
este año. El precio del petróleo y el
de otras materias primas también
fue castigado y hasta el oro, considerado
un refugio seguro, cedió.
Algunos de las mayores países
desarrollados que permiten la flotación
libre de sus divisas, como
Estados Unidos, el Reino Unido y
Japón, esperan que la depreciación
impulse sus exportaciones
en un momento en que las economías
locales son débiles. “Las economías
que están débiles naturalmente
van a querer exportar más.
Un tipo de cambio más competitivo
sería una forma de fortalecer
la competitividad de las exportaciones”,
dijo Barry Eichengreen,
economista de la Universidad de
California, en Berkeley.
Pero si algunas monedas van
a caer, otras tienen que subir. Varios
países de crecimiento acelerado
como Brasil , Canadá, Corea
del Sur, Israel y Sudáfrica, ven con
alarma cómo los capitales se desplazan
desde las bajas tasas de interés
en EE.UU., Japón y Europa y
hace que sus monedas se disparen,
amenazando la vitalidad de sus
sectores exportadores. El gobierno
de Brasil ha sido uno de los más
asertivos. La semana pasada anunció
un impuesto de 1% a los inversionistas
que apuestan que el dólar
volverá a caer frente al real.
China, mientras tanto, todavía
mantiene un férreo control del
yuan, permitiendo una leve apreciación
frente al dólar, pero no lo
sufiente para perder competitividad
frente a las monedas de otros
socios comerciales.
Las grandes oscilaciones de
las monedas siempre generan especulación
de que los gobiernos
del mundo se disponen a realizar
algún esfuerzo concertado para
apaciguar a los mercados. Pero
la evolución del tipo de cambio
no fue un tema importante en la
agenda cuando los ministros de
Finanzas del Grupo de los Siete,
conformado por EE.UU, Canadá, el
Reino Unido, Italia, Francia, Alemania
y Japón, dialogaron telefónicamente
este miércoles.
El asunto que acaparó la atención
de los ministros fue la persistente
crisis de la deuda soberana
europea. A pesar de la interminable
saga, el euro se ha negociado
en un rango relativamente estrecho
frente al dólar estadounidense.
Los autoridades de otras partes
del mundo han presionado a los europeos
para que ofrezcan una respuesta
más contudente a la crisis
de la zona euro e implementen con
eficacia los planes anunciados.
El aumento del tipo de cambio
en economías sobrecalentadas
donde hay crecientes presiones
inflacionarias, como Brasil y buena
parte del sudeste asiático, es un
antídoto clásico contra la inflación
puesto que tienden a retrasar el
crecimiento y reducir los precios
de las importaciones. En las economías
con muy baja inflación, como
Suiza y Japón, no obstante, el alza
de las monedas provoca renovadas
preocupaciones acerca de un alza
de los precios.
En EE.UU., el Reino Unido y
Europa, donde los gobiernos han
emprendido políticas de austeridad
para reducir el oneroso endeudamiento,
la tarea de rescatar
a las economías recae sobre
los bancos centrales y los movimientos
cambiarios. “En casi todas
partes, la política fiscal no
es una opción viable”, opinó Eichengreen.
“Estamos en un mundo
donde, en algunos casos, los
bancos centrales son las autoridades
de última instancia”.
Los nuevos signos de debilidad
en la economía de EE.UU. han
desatado especulaciones de que la
Reserva Federal podría iniciar una
tercera ronda de compra de bonos,
una política conocida como relajamiento
cuantitativo. El resultado
de imprimir más dólares para comprar
bonos, un aumento la oferta
de dólares, tendería a reducir su
su valor frente a otras monedas y
el oro. Pese a expresar su preocupación
por la penosa lentitud del
crecimiento, las autoridades estadounidenses
no han mostrado
ninguna preocupación acerca del
dólar ni advertido ningún signo de
una caída desordenada, un requisito
previo para una intervención
mundial coordinada.
“Estamos viendo una diversificación
para salir del dólar que
está repercutiendo en todos los
mercados”, opina Daniel Hui, estratega
cambiario del banco británico
HSBC Global Research. Los
problemas de la deuda soberana
en Europa han hecho que algunos
inversionistas se muestren
reacios a cambiar sus activos en
dólares por euros.
The Wall Street Journal
Por Suddep Reddy
y Peter Stein
No hay comentarios:
Publicar un comentario