miércoles, 3 de marzo de 2010

Ayudando al vecino en su momento de necesidad

La República Dominicana y Haití. Un receso en toda una historia de desconfianza.

Apenas dos días después del terremoto de Haití, Leonel Fernández, el presidente de la vecina República Dominicana, ordenó que un helicóptero le transportara al otro lado de la frontera para una visita no anunciada. Estaba preocupado porque su contraparte y amigo, René Préval, estaba todavía incomunicado. Lo que hace significativo este gesto de vecino es que los dos países que comparten la isla de la Española, por largo tiempo han estado divididos por una suspicacia mutua. Durante un período presidencial anterior, en la década de los 90, Fernández fue el primer presidente dominicano en visitar Haití en 60 años.
Leonel Fernández dijo que encontró a Préval solo, en una pequeña y oscura oficina trasera en una estación de policía cerca del aeropuerto. Ellos hablaron de cómo la República Dominicana podía ayudar. Y lo ha hecho, y mucho. Equipos de dominicanos, entre ellos de ingenieros, técnicos en telecomunicaciones y de la Cruz Roja estuvieron entre los primeros en unirse a las labores de rescate. Fernández despachó 15 cocinas móviles para proporcionar comida caliente a los supervivientes. Ahora está enviando 100 autobuses usados, reacondicionados con escritorios y butacas para que sirvan como escuelas temporales. Equipos de salud están atendiendo a los supervivientes del terremoto en un hospital improvisado en Jimaní, en la frontera. Víctor Atallah, un cardiólogo dominicano, está construyendo una clínica de rehabilitación en Jimaní donde tiene planes de colocar prótesis a los amputados.
La desconfianza entre los dos países data de mucho tiempo atrás. Los dominicanos obtuvieron su independencia en el 1844, no directamente de España, sino de Haití, que había ocupado la isla completa después de su propia rebelión contra Francia. A los niños dominicanos se les enseñan las atrocidades cometidas por los haitianos durante ese período. Los haitianos recuerdan que Rafael L. Trujillo, el notorio dictador dominicano, ordenó la masacre de todos los haitianos que habitaban en la República Dominicana. Más recientemente, los haitianos migrantes cortadores de caña han sufrido abusos. Algunos dominicanos (que son en su mayoría mulatos) muestran una actitud racista hacia los haitianos mayormente negros. A pesar de que su población es casi igual (cerca de 10 millones en cada país), la República Dominicana es el doble de grande y seis veces más rica, con industrias exitosas de turismo y manufactura. Haití ya estaba sobrepoblado aún antes del desastre. Muchos dominicanos temen una avalancha de migrantes ilegales a menos que la reconstrucción sea rápida y eficiente. En junio, Leonel Fernández servirá de anfitrión en una conferencia de donantes en Santo Domingo. Hay un comprensible interés personal en su admirable solidaridad.

© 2010 The Economist Newspaper Limited. All rights reserved. De The Economist, traducido por Diario Libre y publicado bajo licencia. El artículo original en inglés puede ser encontrado en www.economist.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario