miércoles, 3 de marzo de 2010

La UE paga caro su pecado original...

Por Stephen Fidler y Charles Forelle
WSJ Américas.

No está equipada para sancionar a los países que, como Grecia, no cumplen sus reglas fiscales

Algunos europeos acusan a las transacciones financieras orquesta-das por los bancos de inversión de Wall Street de haber causado la crisis que tiene a Grecia al borde de obtener un rescate financiero. Sin embargo, un mirada más detenida a las finanzas del país durante los diez años transcurridos desde su adopción del euro no sólo revela que Atenas es el principal responsable de sus problemas, sino que otros gobiernos y organismos de la Unión Europea (UE) prefirieron hacerse los de la vista gorda respecto a las reiteradas y flagrantes violaciones griegas de las normas del bloque.

Aunque la Comisión Europea y la Reserva Federal de Estados Unidos examinan un polémico canje de 2001 organizado por Goldman Sachs Group Inc., las propias maniobras presupuestarias griegas, que violaron las normas de la UE, minimizan el impacto de esta clase de transacciones. Crisis financieras como la que atraviesa Grecia debía ser frenada por un acuerdo orientado a impedir que el despilfarro de algún miembro perjudique la moneda. El pacto exige que los países de la zona euro limiten sus déficits fiscales anuales a 3% del Pro-ducto Interno Bruto (PIB) y la deuda pública total a 60% del PIB. No obstante, un examen de los in-formes presupuestarios que Grecia envió a la UE muestra que el déficit fiscal de Atenas estuvo por encima del 3% del PIB en todos los años, salvo 2006.

Tampoco ha estado dentro de 30 puntos porcentuales del tope de la deuda pública. Grecia ha revisado sus cifras fiscales, siempre al alza, todos los años desde 1997, a menudo en forma significativa. En varias ocasiones, el número definitivo cuadruplicó el cálculo original. A finales del año pasado, Grecia inició la crisis actual al elevar substancialmente su previsión para el déficit fiscal de 2009 a 12,7% del PIB. La magnitud de estas revisiones empequeñece el impacto de las controvertidas operaciones de derivados que son investigadas por la UE. Grecia las habría utilizado para ocultar la verdadera salud de sus finanzas. El canje cambiario orquestado por Goldman Sachs permitió a Grecia reducir su déficit en una décima parte de un punto porcentual del PIB en 2001.

En comparación, Atenas no contabilizó ese año gastos militares del orden de los 1.600 millones de euros (US$2.200 millones), diez veces lo que ahorró con el canje cambiario, según Eurostat, la agencia de estadísticas de la UE. La crisis griega ha demostrado que los organismos financieros de la UE no tienen las facultades para obligar a los países miembros que se desvían del camino a ordenar su casa, señala en una entrevista Jean-Pierre Jouyet, presidente de la superintendencia francesa de bolsas. “Necesitamos nuevas herramientas para manejar estos desequilibrios, porque un pacto sin sanciones no basta”, dice Jouyet, quien también fue ministro de Finanzas de Francia.
Constantin Papadopoulos, secretario general para asuntos de economía internacional del Ministerio de Relaciones Exteriores griego, asegura que el país ingresó legítimamente a la zona euro. “La idea de que Grecia hizo trampa para acceder a la zona euro se ha quedado pegada... en Europa y, puesto que se trata de una obra de propaganda bien hecha, es suma-mente difícil revertirla”, insiste. Papadopoulos enfatizó que la mayoría de las revisiones corresponden a la decisión del gobierno que asumió en 2004 de revisar la forma en que había contabilizado los gastos militares, que impactó el déficit fiscal de los últimos años del gobierno socialista. Eurostat, sin embargo, aclara que las revisiones fueron necesarias puesto que Atenas había “subestimado ampliamente” el gasto militar.

El país heleno no está solo: la mayoría de los miembros de la zona euro tampoco cumplió los requisitos de deuda y déficit durante varios años, muestran los informes. La crisis es consecuencia inevitable de una debilidad presente, según economistas e historiadores, en el euro desde su creación: la falta de una política fiscal coordinada que acompañara a la unión monetaria. El euro ha estado repleto de tensiones no resueltas desde su lanzamiento, señala David Marsh, autor de The Euro, un libro publicado en 2009 que relata el nacimiento de la moneda común.

La unión monetaria fue vista por algunos políticos como una forma de empujar a la UE hacia una unión política. Otros, en especial en Alemania, resaltaron la necesidad de ceñirse a una rectitud fiscal y monetaria. “Todo esto estaba escrito...”, indica Marsh en alusión a los problemas de Grecia. “Lo que está ocurriendo no debería extrañar a nadie”.Una vez que un país accede a la zona euro, no hay un mecanismo que lo obligue a seguir sus reglas. Eso se debe en parte a un compro-miso alcanzado en la cumbre de Du-blín, en 1996, que dejó la potestad de imponer multas a un país en manos de otros países del bloque. Esa fue una victoria para el entonces presidente francés, Jacques Chirac, sobre el canciller alemán, Helmut Kohl, quien era partidario de aplicar multas de forma automática. Desde entonces, ningún país ha sido sancionado por violar las reglas de la UE. Willem Buiter, economista jefe de Citigroup y ex miembro del Consejo de Política Monetaria del Banco de Inglaterra, califica al pacto de 1996 orientado a hacer cumplir las normas de deuda y déficit de la UE como “un tigre de papel”. “Es inefectivo”, señala, “porque por un momento creó la ilusión de que había zanahorias y garrotes capaces de cambiar la conducta fiscal de los estados miembros, cuando en realidad no había ni lo uno, ni lo otro”.

... y suma un nuevo dolor de cabeza: la deflación
Una prolongada caída en los precios dificultaría la recuperación de los países más débiles de la zona euro.

Los países europeos que luchan por tapar grandes agujeros en sus finanzas enfrentan un dolor de cabeza adicional: no hay suficiente inflación. Una prolongada caída en los precios, que los economistas llaman deflación, es una posibilidad real en algunos países de la zona euro, incluidos España e Irlanda, afirman analistas.

A otros, entre los que destaca Grecia, les esperan años de inflación muy débil. Un desenlace de este tipo podría dificultarles aún más a las economías más débiles de la zona euro a es-caparse del bajón. Como consecuencia, los gobiernos pasarían todavía mayores apuros para reparar sus presupuestos y reducir sus deudas públicas.“El riesgo de que España e Irlanda enfrenten un período muy largo de deflación es muy alto”, cuando la explosión de las burbujas inmobiliarias sigue afectando sus economías, apunta Jennifer McKeown, economista de la consultora Capital Economics en Londres. La combinación de alta deuda y precios menguantes dentro de las fronteras de la zona euro complicaría las esperanzas de una recuperación más amplia en el continente. España y otros países en la periferia del bloque fueron impulsores clave del crecimiento de la región en los últimos 10 años.

Encuestas difundidas hace poco mostraron que los fabricantes en España, Grecia e Irlanda recortaron los precios el mes pasado, siguiendo con una tendencia que ha cobrado impulso desde hace más de un año. En Grecia, cayeron a su ritmo más rápido en ocho meses, “a medida que la fuerte competencia continuó limitando a las empresas”, según Mar-kit Economics, que compila esta clase de datos. La producción industrial general en la zona euro se recuperó hasta alcanzar en febrero un máximo de 30 meses, impulsada por las exportaciones y el re-abastecimiento de inventarios locales.

Los precios al consumidor ya están bajando en Irlanda. España corre el riesgo de sufrir algo similar, afirman muchos economistas, ya que el desempleo en el país es de los más altos en la zona euro. Los precios al consumidor en Irlanda bajaron 2,6% frente a un año antes, la mayor precipitación en la zona euro. El consumo de los ir-landeses va en retirada, luego de que la recesión en el país impulsara la tasa de desempleados, que aumentó casi dos tercios, a más de 13% a fines de 2009.Los minoristas respondieron con una rebaja de precios. La campaña de 2009 de la cadena de supermercados Marks and Spencer, que puede traducirse como “Escuchamos y Rebajamos” (en referencia a los precios), redujo los precios de la ropa, los muebles y los artículos para el hogar en un promedio de 12%. Se prevé que los precios vuelvan a caer en 2010, según la Comisión Europea.

Para las empresas, precios más bajos para los bienes de consumo y los servicios a menudo significan menores ganancias. Para los gobiernos, menores ingresos tributarios, en especial en países europeos donde los impuestos por ventas o valor agregado conforman una gran parte de sus ingresos impositivos. Eso podría complicar los cálculos de por sí frágiles de Grecia, Irlanda y otros, en momentos en que intentan controlar sus déficits presupuestarios.

La deflación se produce cuando los precios a la baja se convierten en parte de la mentalidad de los hogares y las empresas, lo que los lleva a aplazar gastos, inversiones y contrataciones, dado que creen que los bienes, servicios y los empleados costarán menos en el futuro. Este tipo de expectativas y el comporta-miento cauto al que conducen pueden hundir a una economía en una especie de malestar como el que atrapó a Japón durante casi 20 años. Los economistas en general concuerdan en que, con moderación, el alza de los precios ayuda a llenar las arcas del gobierno y puede facilitar el pago de deuda soberana. El Banco Central Europeo afirma que la inflación anual en la zona euro de 16 países se ubica en alrededor de 1%. —Jonathan House, en Madrid, contribuyó a este artícutilo.

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